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oct/2021 |
LOS
RECURSOS NO CONVENCIONALES Y SU INTEGRACIÓN
José María Santafé Martínez. Ingeniero de
Caminos, Canales y Puertos |
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Ingeniero
de Caminos, Canales y Puertos (especialidad:
Hidráulica y Energética) por la Universidad
Politécnica de Madrid. Ha sido SDG del
Servicio Geológico de Obras Públicas, SDG de
Planificación y Uso sostenible del Agua y
Director del Parque de Maquinaria en la
actual DG del Agua. Secretario de la parte
española de la Comisión para la Aplicación y
Desarrollo del Convenio (CADC) del Convenio
de Albufeira. Codirector del “Libro Blanco
de las Aguas Subterráneas”. Director,
durante varias ediciones, de los Seminarios
de Agua en la UIMP (sedes de Alicante y
Santander). Profesor de la ETS Ingenieros de
Caminos, Canales y Puertos en la Universidad
Politécnica de Valencia. Director del libro
“Agua y espacios de ocio” (1993). Miembro
del Comité de Agua, Energía y Cambio
Climático del Colegio Nacional de Ingenieros
de Caminos, Canales y Puertos. |
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Desde la última década del
pasado siglo se ha ido incrementando de
manera creciente la utilización en los
suministros públicos de los denominados
“recursos no convencionales”. La
reutilización de aguas residuales se
encuentra plenamente asentada tanto en los
usos urbanos como en el regadío, aunque
quizá sería necesario avanzar en la
integración efectiva de este tipo de
recursos en el conjunto de las
disponibilidades siempre que sea factible.
El empleo de aguas desaladas, de
incorporación más tardía, debe seguir ese
mismo camino, aunque habría que analizar la
manera de integrar de manera efectiva su
uso, resolviendo algunos problemas y sobre
todo determinando sus límites.
Las aguas desaladas tienen un
nicho evidente en el sector de los
abastecimientos urbanos (sobre todo los
turísticos ligados a la estacionalidad) pero
todavía no han entrado de lleno, más que de
manera marginal y episódica en razón de la
necesidad, como instrumento para apoyo en
periodos de escasez, que de la convicción de
ser un factor estructural de producción, en
el regadío. Con todo parece que debería
reflexionarse sobre los límites de este
recurso muy ligados hoy por hoy a su
localización y a la tecnología disponible
que, a su vez, es determinante para los
costes de producción. Si se pretende
potenciar la utilización de las aguas
desaladas no debería hacerse a través de un
sistema generalizado de subvenciones que
podría derivar en políticas de oferta.
Lo que es evidente es que
muchas unidades de consumo utilizan ya aguas
de diferentes orígenes, aunque de manera
yuxtapuesta, y este número va a ser
creciente en el futuro. Parece razonable
pensar en configurar la oferta en lo que
podríamos llamar un mix hidráulico que
permita, para obtener un aprovechamiento
óptimo (con visión de medio plazo) de los
recursos disponibles.
Es indudable que este
planteamiento de integración choca con los
sistemas actuales de asignación del derecho
al uso del agua, pero no es menos cierto que
para sacar adelante estos planteamientos hay
que hacer una lectura tanto de los aspectos
jurídicos como los económicos (como repartir
los costes de manera que nadie salga
sensiblemente perjudicado sobre la situación
no integrada), la mejora de las garantías
que tal situación comporta y los efectos
ambientales.
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sept/2021 |
PLAGIO Y AUTOPLAGIO EN HIDROGEOLOGÍA
Rafael Fernández Rubio. Dr. Ingeniero de
Minas. Catedrático Emérito de la Universidad
Politécnica de Madrid, y Ex Presidente del
Club del Agua Subterránea. |
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Premio
Rey Jaime I a la Preservación del Medio
Ambiente. Dr. Honoris Causa por la
Universidad de Lisboa y por la Universidad
Nacional de Ingeniería de Lima. Magna
Dedicatio Recognitia Est concedida por el
Instituto de la Ingeniería de España (IIE).
Miembro de Honor de la Asociación Nacional
de Ingenieros de Minas (ANIM). Millenium
Hydrogeologist otorgado por la International
Association of Hydrogeologists (IAH). Premio
a la Trayectoria Profesional en
Hidrogeología y sus Aplicaciones (AIH-GE).
Founder & Honorary President de la
International Mine Water Association (IMWA).
Fundador y Presidente Vitalicio de la
Asociación Iberoamericana de Enseñanza
Superior de Minería (AIESMIN). Fundador de
los simposios sobre el Agua en Andalucía (SIAGA),
y de los simposios sobre Tecnología de la
Intrusión del Agua de Mar en Acuíferos
Costeros (TIAC). Miembro del Alto Consejo
Consultivo en Investigación, Desarrollo e
Innovación de la Presidencia de la
Generalitat Valenciana. Miembro del Consejo
Científico del Instituto IMDEA Agua y
Presidente de la Fundación IMDEA Agua. |
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En la ética, de los
hidrogeólogos, que nos corresponde a todos
sostener y difundir, el problema más
denigrante a erradicar es el que se refiere
al plagio (e indirectamente al autoplagio),
que gravita sobre muchos de los que, por una
u otra razón, escriben sobre aguas
subterráneas.
El primer caso que me
impacto, cuando llevaba poco tiempo en el
quehacer hidrogeológico, ocurrió cuando
andaba enfrascado en la lectura de un nuevo
libro de la especialidad, de autor español,
recién aparecido en las librerías. En uno de
los capítulos incluía una tabla para cálculo
de aforos y, a su pie, con honestidad,
expresaba su agradecimiento a otro autor
español, que le había autorizado a
reproducirla de su propio libro… Hacía poco
tiempo yo la había consultado, en una
publicación del USGS, en su versión
original, de donde la copió aquel autor que,
sin hacer referencia al colega
estadounidense, se permitió dar autorización
para reproducirla, después de haberla él
plagiado sin rubor alguno...
Pienso que, si hacemos
memoria, encontraremos multitud de ejemplos
de plagio en nuestra experiencia. Tal vez la
mayor abundancia se encuentra en los
estudios e informes técnicos de consultores
y consultorías, donde es harto normal leer,
por ejemplo, copias apócrifas de las
descripciones incluidas en las Memorias de
las Hojas Geológicas publicadas por el IGME,
o de estudios previos de otros consultores o
autores, a los que se copia ocultando
vilmente la real autoría, o dejando apenas
una sutil cita, que por supuesto no da idea
de la magnitud de la copia. Y es más, se
copian mapas y figuras, y se les hace
cualquier retoque, para añadir al nombre del
autor la coletilla de “modificado por…”.
El tema lejos de irse
reduciendo va “in crescendo”, y lo
hace más al socaire de ese fácil “cortar y
pegar”, que se ha hecho tan habitual a
partir de Internet.
He encontrado, incluso
fotografías propias, y hasta figuras, que el
copista se ha tomado el duro trabajo de
borrarle logotipos y firmas, si las tenían
y, por supuesto, no se ha tomado el trabajo
más leve de mencionar al verdadero autor.
Actitudes que ahora esos copistas lo hacen
en conferencias que se brindan “en abierto”,
y se suben a “YouTube”.
Pero es más, los que
dedicamos muchas horas a leer y a corregir,
con frecuencia hemos visto que las
referencias estarían bien dadas, si todos
fuesen honrados, porque frecuente es el caso
de que el autor citado, no fue ético, y al
no mencionar sus fuentes borra la huella del
antecesor, que fue realmente “la madre o el
padre de la criatura”.
Mis alumnos no me dejarán por
embustero, si dicen que no me han oído
frases como “no ponerse plumas ajenas”
o “dar al César lo que es del César”…
Porque, además, los copistas sí que
enarbolan rápidamente la autoría real,
cuando se detecta un error que a ellos les
puede envolver. A este respecto podría traer
a la memoria Proyectos realizados para
determinadas Administraciones, en los que
tenía que aparecer como “Autor del
Proyecto”, quien a lo sumo había sido el
“Director” del mismo; que, por supuesto,
estaba presto a culpar de ese error a quien
desde luego no figuraba como autor.
Todo ello merece una
reflexión, un examen de conciencia y un
propósito de la enmienda… porque todos
podemos haber incurrido en este desacato a
la ética y ataque frontal al honor.
Y, cuando he hablado de
honor, quisiera recordar lo que reza la
primera acepción del diccionario de la Real
Academia Española: “Cualidad moral que
lleva al cumplimiento de los propios deberes
respecto del prójimo y de uno mismo”,
porque en esos deberes de “uno mismo” entra
en liza el denominado “autoplagio”
(traducción del self plagiarism de
nuestros colegas anglófonos). Palabra que
para la misma RAE no está semánticamente
justificada, porque plagiar es “copiar
en lo sustancial obras ajenas, dándolas como
propias”, y estos “autoplagiadores”
se copian a sí mismos.
Si se me concede la licencia
de utilizar este “palabro”, por no
encontrar un sustituto adecuado, diría que
ese autoplagio es también defecto a veces
frecuente en nuestros doctorandos e incluso
en algunos de nuestros más preclaros
hidrogeólogos. Tras realizar una Tesis, o
una investigación, o un estudio, multiplican
sus publicaciones, cambian ligeramente el
título, añaden o quitan algunos contenidos,
y tal vez lo publican en otra lengua… y
estos “autoplagiadores” quieren
aparecer como los números uno entre los
estudiosos, y como los super especialistas,
cuando realmente se autocopian y se auto
citan. Tal vez su ego sube en una
autocomplacencia que, vista desde fuera, es
bochornosa. Normalmente su capítulo de
bibliografía es extenso en sus auto citas,
al tiempo que, con frecuencia, excluyen
sistemáticamente a otros autores, que no son
de su complacencia. Hoy, las grandes
editoriales internacionales, tienen
programas informáticos que detectan esos
bochornosos plagios y autoplagios, como paso
previo a la “peer review” (revisión
por pares), que es muy de agradecer cuando
se asume la responsabilidad de ser Editor de
una revista.
Con estas reflexiones,
escritas a vuelapluma, doy cumplimiento al
ruego de un amigo tan excelente como Juan
Antonio López Geta, que me las pidió para la
página web del Club del Agua Subterránea,
entidad de la que con orgullo presumo, y de
la que tuve el honor de ser su primer
Presidente.
Y, al poner punto final, a
este largo monólogo, quiero desear a todos
los hidrogeólogos lo mejor, en su desempeño;
y lo hago desde el frontispicio de una muy
larga trayectoria, uno de cuyos hitos fue
ser el primer Catedrático de Hidrogeología
de la Universidad Española.
A todos y a todas, desde lo
más profundo del corazón:
¡¡¡AMIGOS PARA SIEMPRE!!!
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junio/2021 |
LA GOBERNABILIDAD DEL AGUA EN EL MUNDO
Dr. Carlos Fernández-Jauregui. Director de
Water Assessment and Advisory Global Network
(WASA-GN) |
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Carlos
Fernández-Jáuregui
es Doctor Ingeniero en hidrología,
especialidad en gestión de recursos
hídricos, por la Universidad Técnica de
Berlín (TU-Berlín).
Dr. Ing.
(Certificado Nº 638): American Institute of
Hydrology, St. Paul, MN, USA.
Actualmente es Director de Water Assessment
and Advisory Global Network (WASA-GN), un
organismo internacional y dispone de una red
de profesionales en temas de agua de
carácter multidisciplinar y Coach para la
Comisión Europea en el programa Horizonte
2020 y Horizonte Europa. Ha sido director de
la Oficina de Naciones Unidas de apoyo al
Decenio Internacional para la Acción “El
agua, fuente de vida” 2005-2015, En
Zaragoza, España y director adjunto del
Programa Mundial de Evaluación de los
Recursos Hídricos (WWAP) de las Naciones
Unidas, en Paris, Francia. Hidrólogo
regional del Programa Hidrológico
Internacional (PHI) de la UNESCO en
Montevideo y Director del Instituto de
Hidráulica e Hidrología UMSA-La
Paz/TU-Berlín. Profesor Titular TU-Berlín/UMSA-La
Paz y Profesor visitante en universidades
de: Alemania, Francia, Estados Unidos,
Italia, América latina y el Caribe.
Publicaciones: Los dos Informes Mundiales
del Agua de ONU -WWDR I y II 2003 y 2006
además de otras en libros y revistas
científicas. más información google.com |
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El 2003 en
Kioto Japón, se lanzó el primer Informe
Mundial sobre la Gestión de los Recursos
Hídricos: AGUA PARA TODOS, liderado por la
UNESCO y con la participación de 23 agencias
del Sistema de Naciones Unidas dentro del
programa WWAP (por sus siglas en Ingles). En
ese informe y por primera vez se presentó el
estado del Recurso a nivel país, región,
continente y mundial, también se llevó a
cabo una identificación de los diferentes
usos del agua, sus problemas, posibles
soluciones y ver el siglo XXI con mayor
conocimiento que el siglo pasado.
El informe logró
su objetivo de utilizar indicadores de tal
forma que la información obtenida, era
resultado de datos obtenidos de los 197
países, mas 100 universidades líderes en el
tema agua y un sin número de organismos no
gubernamentales y todo el sistema de las
Naciones Unidas.
La conclusión
mayor de este informe nos dijo que había una
crisis en el mundo del agua a nivel global y
que se trataba de su GOBERNABILIDAD. Se hizo
una revisión cuidadosa del tema y se
identificaron los indicadores más
importantes para afirmar cuando un país
dispone de una Gobernabilidad del agua y se
identificaron 5 condiciones “sinequanon”:
-
La gestión
del agua se debe llevar al más alto nivel en
el estado y debe ser neutro. (ministerio del
agua, Agencia del agua o Comisión nacional,
etc.)
-
Disponer de
una legislación moderna, que incluya el
avance del conocimiento, que sea de dominio
público y que la unidad de gestión sea solo
la cuenca hidrográfica y/o el acuífero.
-
Disponer de
los recursos humanos idóneos en términos de
calidad y cantidad en todo el espectro del
conocimiento.
-
Disponer de
los recursos económicos exclusivos para las
diferentes actividades e infraestructuras
hidráulicas del país.
-
Disponibilidad la información confiable,
de libre circulación y accesible sobre el
agua para toda la población.
Como se puede
observar son condiciones que según el grado
de desarrollo económico del país se cumplen
algunas de ellas, pero lamentablemente hemos
visto como en la mayoría de los casos, los
gobiernos (salvo excepciones honrosas), no
les interesa cumplir la primera condición y
esto hemos observado en forma sistemática
desde hace 18 años. Hace 20 días atrás, el
presidente Pinera en Chile, firmó un
proyecto de ley que crea el Ministerio de
Obras Públicas y Recursos Hídricos, como
podrán observar se sigue cometiendo el mismo
error: crear la autoridad, pero siempre
incluyendo algún usuario del agua. En otros
casos se vincula con el medio ambiente, la
energía, el regadío, etc.
La pregunta es:
¿porque se comete el mismo error en los
países ricos y en los menos ricos? parece
que la respuesta es: ¡el crear una autoridad
de agua neutra, da mucho poder político a
esta institución y los otros ministerios no
aceptan esta situación ya que le parece que
se crea un poder asimétrico! Que no gusta
ni a los jefes de estado ni a sus
colaboradores inmediatos.
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junio/2021 |
¿ES SOSTENIBLE EL ACTUAL USO DEL AGUA EN EL SE ESPAÑOL?
Dr. Antonio Pulido Bosch. Catedrático. Vocal
del Club del Agua Subterránea (CAS) |
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Licenciado
y Doctor (1977) en Geología (Hidrogeología)
de la U. de Granada. Actualmente es
catedrático emérito de Geodinámica en la
Universidad de Almería (desde 1997); Autor o
editor de 24 libros, cerca de 700 artículos
científicos publicados en revistas y
conferencias nacionales o internacionales.
Director de 28 tesis de doctorado y más de
30 tesinas. Responsable de más de 30
proyectos competitivos y 100 contratos de
investigación. Defensor Universitario de la
Universidad de Almería durante 6 años. Ex
presidente del Club de Agua Subterránea
(CAS). Miembro Honorario de la Sociedad
Polaca de Geología. |
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Resulta muy
paradójico que el sector más seco de la
península ibérica sea el que más producción
agrícola tiene. El SE español tiene una
intensa agricultura y un desarrollo
turístico que es a todas luces insostenible,
y lo ha sido desde hace más de 50 años. Esta
falta de sostenibilidad se magnifica cada 10
o 12 años, período de retorno de las sequías
“normales” en los que -como pasa este año-
se acude a la administración central para
reclamar que les llegue mucha más agua del
trasvase. Es lo que ha hecho recientemente
el consejero de Agricultura de la Comunidad
de Murcia. La pintada AGUA YA, bien visible
en la Comunidad de Murcia desde final del
siglo pasado, surge tras vaciar los pocos
acuíferos ampliamente sobreexplotados. Lo
que sucede es que normalmente esas sequías
reducen considerablemente las aportaciones
de todos los ríos. Y por si fuera poco, la
apuesta salvaje por el turismo vino a
complicar notablemente la sostenibilidad del
recurso agua. Y cada decena de años hay un
evento extraordinario que arrasa las áreas
costeras llanas, provocando -en bastantes
casos- numerosos daños, y muchas muertes.
Y desde hace
varias decenas de años se habla del cambio
climático y del cambio global de
consecuencias estimadas, pero no conocidas
exactamente. Pensemos en las centenas de
millares de km2 cubiertas de asfalto, de
hormigón, de edificios que han modificado
todos los parámetros del terreno. Todo ello
multiplica el efecto destructor en crecidas
que en un medio natural habrían sido
ignoradas. Paralelamente, el crecimiento
casi exponencial de la población mundial
genera nuevas incertidumbres.
La tecnología se
supone que da soluciones a casi todos los
problemas. Y para el agua, la desalación
parece una buena solución. Pero el binomio
agua y energía se complica enormemente. Con
medio centenar de desaladoras en la
península, funcionando a tiempo parcial, y
miles de desalobradoras de pequeño tamaño,
muchas de ellas subvencionadas por los
ministerios implicados, parecería que el
problema de la falta de agua estaría
solucionado. Pero no solamente no lo
resuelve, sino que ha provocado otros; las
pequeñas desalobradoras arrojan el rechazo,
de alto contenido salino, aguas debajo de la
instalación, provocando un notable aumento
de la salinidad.
Además, el
aparente aumento de la oferta de agua viene
frecuentemente acompañado de un aumento de
la demanda, por la transformación de nuevas
tierras de secano, o la transformación de
espacios protegidos, como ha sucedido en el
entorno del Mar Menor, que este año ha
sufrido un empeoramiento de la calidad de
sus aguas, la muerte masiva de peces y la
eutrofización espectacular de sus aguas, ya
anunciada y denunciada por numerosos
científicos y ecologistas. La Manga del Mar
Menor, densamente ocupada por hoteles y
otras instalaciones turísticas, ha jugado
también un notable papel, al impedir o
dificultar el intercambio hídrico entre el
Mediterráneo y el Mar Menor. Si unimos a
todo eso la subida del nivel del mar como
consecuencia del calentamiento del planeta,
acompañado de la rápida fusión de los
casquetes polares, se comprende que las
playas empiecen a desaparecer y que
proliferen los diques y espigones. Estos
pretenden reducir los daños, aunque
frecuentemente lo que hacen es desplazarlos.
Algunas
soluciones tecnológicas apuntadas para la
reducción de daños por eventos extremos son
teóricamente conocidas desde hace varias
décadas. En su momento me llamó mucho la
atención que, en Lovaina la Nueva, en
Bélgica, obligaran a todas las nuevas obras
a construir depósitos almacenadores de aguas
pluviales. Si un ciudadano lavaba su coche
con agua de la red era multado. La decisión
del municipio de El Ejido de poner
colectores de agua o pozos filtrantes en los
invernaderos es un intento de recuperar
parte del agua de escorrentía que los
plásticos provocan en el Campo de Dalías.
Eso y el posible aprovechamiento de las
graveras de los abanicos aluviales para
utilizarlas como estructuras de
infiltración, son obras “blandas” que
permiten un mejor aprovechamiento de las
aguas de escorrentía y reducen posibles
daños por las crecidas.
Otras soluciones
bien conocidas son los asfaltos y
hormigonados porosos, la construcción de
sistemas de gestión del agua pluvial en
autopistas y carreteras, con depósitos
laterales en cascada que retienen arrastres
y que terminan con una especie de balsas.
Los cada vez más frecuentes eventos extremos
requieren de la puesta a punto de soluciones
ingeniosas; en el sudeste español se ha
visto que los grandes embalses no son una
buena solución, ya que embalses como el del
Almanzora permanecen vacíos o simplemente
dan de beber al sol.
Los grandes
retos que afrontan las zonas semiáridas
serían el cambio climático, los aumentos de
la demanda, de los residuos y vertidos, la
regeneración, las megalópolis, la
sobreexplotación, el equilibrio de los
ecosistemas, el ahorro de agua, la
reutilización … Todo ello requiere de una
gran transparencia, participación ciudadana
la corresponsabilidad y un seguimiento de la
aplicación de las normas. Hay que poner a
punto colectores de aguas pluviales,
recuperar los aljibes, lechos de derivación,
en el medio rural… Y en áreas urbanas, poner
superficies filtrantes, superficies
vegetadas, pavimentos permeables, asfaltos y
hormigones porosos, soleras abiertas y
balsas de infiltración. En cualquier caso,
queda claro que las aguas subterráneas
juegan un papel básico en la gestión de los
recursos hídricos en regiones semiáridas.
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abril/2021 |
LAS RESERVAS NATURALES SUBTERRÁNEAS, UNA
NUEVA FIGURA DE PROTECCIÓN DERIVADA DEL
REGLAMENTO DEL DOMINIO PÚBLICO HIDRÁULICO
Dr. Juan José Durán Valsero. Vocal Club del
Agua Subterránea (CAS) |
|
Licenciado en Ciencias Geológicas
(Universidad de Granada), Doctor en Ciencias
Geológicas y Licenciado en Geografía e
Historia por la Universidad Complutense de
Madrid (UCM), Máster en Administración
Pública (UCM), Especialista en Economía del
Medio Ambiente y los Recursos Naturales
(Universidad de Alcalá) y Diplomado en
Defensa Nacional (CESEDEN). Es Investigador
Científico de OPI, con destino en el
Departamento de Investigación en Recursos
Geológicos del Instituto Geológico y Minero
de España (IGME), donde ha ocupado diversos
puestos directivos.
Es Académico Correspondiente de la Academia
Malagueña de Ciencias, y colaborador de la
Real Academia Española de Farmacia (Comisión
de aguas minero-medicinales y termales). En
la actualidad es vocal del Club español del
Agua (CAS), Vicepresidente de la Asociación
Internacional de Hidrogeólogos-Grupo Español
(AIH-GE), Vicepresidente de la Asociación de
Cuevas Turísticas Españolas (ACTE),
Presidente de la Asociación Iberoamericana
de Cuevas Turísticas (actiba) y Presidente
de la Fundación Fomento y Gestión del Agua.
Ha dirigido y participado en
numerosos proyectos de investigación sobre
Hidrogeología, Geomorfología. Medioambiente
y Gearqueología. Coautor de más de 50
artículos publicados en revistas
internacionales (SCI), ha impartido
conferencias en numerosas universidades y
centros de investigación españoles y
extranjeros y dirigido cuatro tesis
doctorales. Es codirector de la Unidad
Asociada entre la Universidad de Málaga y el
IGME denominada “Estudios Hidrogeológicos
avanzados”. Ha recibido diversos premios y
distinciones en el ámbito de la
investigación y en el profesional. |
|
En España
existen numerosas figuras de espacios
natrales protegidos, en torno a unas
cuarenta, amparadas o derivadas de la Ley
42/2007, de 13 de diciembre del Patrimonio
Natural y de la Biodiversidad, así como del
amplio corpus normativo de las diferentes
comunidades autónomas en materia ambiental y
de protección de la Naturaleza.
Mediante
esas figuras, y algunas otras derivadas del
marco europeo o de convenios
internacionales, se han declarado hasta la
fecha unos 2000 espacios naturales
protegidos, de distinto tamaño, rango de
protección y valores a proteger. El agua en
general y el agua subterránea en particular
son elementos protagonistas en un buen
porcentaje de dichos espacios, pero hasta la
fecha nunca se habían declarado espacios
protegidos por el agua en sí, como
recurso principal a proteger.
En fechas
recientes se han aprobado algunas normas que
posibilitan esa protección directa del
recurso hídrico. En concreto, la
modificación de Reglamento del Dominio
Público Hidráulico mediante el RD638/2016,
establece, en su artículo 244 bis, las
denominadas “reservas hidrológicas”, como un
tipo de figura de protección sectorial,
derivada de la Ley de Aguas de 1985.
Estas
reservas son muy poco conocidas y aplicadas
de forma muy irregular en las distintas
demarcaciones hidrológicas españolas. Las
reservas hidrológicas son ríos, tramos de
ríos, lagos, acuíferos, masas de agua o
partes de masas de agua, declarados como
tales por sus especiales características o
debido a su importancia por su conservación
en estado natural.
Dichas
reservas se clasifican en tres tipos:
reservas naturales fluviales, reservas
naturales lacustres y reservas naturales
subterráneas.
De las
primeras se han declarado hasta el momento
actual 227, de las segundas, ninguna,
mientras que las terceras se encuentran en
este momento en fase de estudio y
propuestas.
Las reservas
naturales subterráneas son aquellos
acuíferos o masas de agua subterránea en las
que, teniendo unas características de
representatividad relacionadas con su origen
y otras de índole geológica o
hidrogeológica, así como una conexión con
los ecosistemas terrestres asociados, las
presiones e impactos producidos como
consecuencia de la actividad humana no han
alterado significativamente su estado
natural.
En el año
2020, la Dirección General del Agua llevó a
cabo un primer análisis de las posibilidades
de declaración de una serie de reservas
naturales subterráneas en algunas cuencas
hidrográficas españolas peninsulares.
Tras el
mismo, se propusieron quince reservas
naturales subterráneas, en ocho
demarcaciones hidrográficas: Miño-Sil,
Cantábrico Oriental, Cantábrico Occidental,
Duero, Tajo, Guadalquivir, Júcar y Ebro.
Manantial del río Cadagua, en la
demarcación del Cantábrico Oriental,
una de las reservas hidrológicas
subterráneas propuestas (foto: TRAGSATEC)
La mayor
parte de las propuestas se centraban en la
protección de fuentes o manantiales situados
en cabeceras de ríos y sus zonas de recarga.
El Instituto Geológico y Minero de España, a
propuesta de la Dirección General del Agua (DGA),
realizó una valoración de las mismas,
concluyendo que la mayor parte de ellas
(nueve) eran adecuadas para su protección,
aunque prácticamente todas necesitaban
estudios adicionales para la delimitación
precisa de su área de protección. Las seis
restantes no parecieron adecuadas, por
diversos motivos (afecciones antrópicas, en
la mayor parte), y se propusieron otras seis
áreas en sustitución de las primeras en las
mismas cuencas hidrográficas.
En la actualidad, se está a
la espera de que la DGA proceda a la
declaración definitiva del primer grupo de
reservas naturales subterráneas españolas,
una figura que probablemente se desarrollará
mucho más en el futuro inmediato,
contribuyendo a la protección del patrimonio
hidrogeológico de las todas las
demarcaciones hidrográficas españolas, tanto
peninsulares como insulares.
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marzo/2021 |
LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS Y LOS PLANES
ESPECIALES DE SEQUÍA
Miguel Martín Machuca. Ingeniero de Minas.
Hidrogeólogo |
|
Ingeniero
de Minas por la Escuela Técnica Superior de
Ingenieros de Minas de Madrid. Más de
cuarenta años trabajando en hidrogeología.
Se inicia como profesional en el Instituto
Geológico y Minero de España (IGME)
participando en el Proyecto de
Investigaciones Hidrogeológicas de la Cuenca
del Guadalquivir 1965-1974 que fue
financiado por el Gobierno Español y las NU
y realizado por el IGME y la FAO.
Posteriormente ha participado en numerosos
proyectos relacionados con la investigación,
aplicación y gestión de las aguas
subterráneas, destacando en este sentido
como líneas de investigación preferentes:
Caracterización de acuíferos de la Cuenca
Baja del Guadalquivir: Desarrollo de
sistemas de experimentación de recarga
artificial de acuíferos; planificación y
gestión; el agua subterránea y el medio
ambiente; el agua subterránea como fuente de
abastecimiento urbano. Ha sido Jefe de la
Oficina de Proyectos del IGME en Sevilla
(1973-2010). Así como representante del IGME
en diferentes organismos e instituciones,
como Junta de Gobierno de la Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir, Patronato de
Doñana, Comité Andaluz de Humedales. Desde
el día 2 de febrero de 2010 ha pasado al
estado de jubilado. |
|
Las sequías
hídricas son hechos climáticos recurrentes
en el tiempo y en el espacio que forman
parte normal del clima mediterráneo.
En
Andalucía, cuando dos o más años secos se
suceden, la sequía implica una reducción de
los recursos hídricos disponibles, tanto
para usos vitales como económicos. Por esta
razón es necesario disponer de Planes
Especiales de Sequia actualizados que
incluyan instrumentos para adaptarse y
mitigar los efectos de estos fenómenos
climáticos. Evidentemente su incidencia
negativa es tanto mayor cuanto más tiempo
duran y cuanto mayor es el territorio
afectado.
Los Planes
Especiales de Sequía, en lo que afecta a los
abastecimientos públicos de agua potable,
allí donde sea posible, por la existencia de
acuíferos, de capacidad y calidad
suficientes, deben incluir necesariamente
las medidas que hagan posible la aportación
de los recursos hídricos subterráneos en
situaciones de sequía; bien como solución o
bien como complemento a un sistema de
abastecimiento regularmente establecido.
Cuando se
produce una sequía los cursos de aguas
superficiales, disminuyen su caudal o se
secan; los embalses no se llenan. La
afección a las aguas superficiales es
inmediata. Sin embargo, la afección a las
aguas subterráneas se atenúa, es mucho más
lenta. Los acuíferos subterráneos, por sus
propias características y extensión, pueden
asimilar un periodo seco sin que su
respuesta a la explotación se vea seriamente
afectada. Estos hechos, aparte de otros, son
los que dan valor a las aguas subterráneas
como recurso complementario para atender la
demanda de un abastecimiento público de agua
potable en situaciones extraordinarias,
provocadas por una sequía u otro tipo de
incidencias que pudieran sobrevenir.
La incorporación
de las aguas subterráneas al sistema de
abastecimiento público de agua potable,
siempre debe ir precedido por un proyecto
que, en síntesis, contenga:
-
Estudio
Hidrogeológico (si no existiera)
-
Plan de
captación: Ubicación de obras, diseño de
las mismas, ejecución, evaluación y
programa de explotación.
-
Mantenimiento y conservación en el
tiempo de las infraestructuras creadas.
-
Medidas de
protección (perímetros de protección o
de salvaguarda).
Al producirse
una sequía, dada la urgencia y necesidad de
actuar, se toman una serie de medidas, no
siempre suficientemente meditadas, que
cuando se ha superado y se vuelve a la
normalidad, se olvidan. Este es el caso de
muchas obras de captación de aguas
subterráneas construidas expresamente con
esa finalidad. Cuando ha vuelto la sequía,
que siempre vuelve, aquellas obras e
infraestructuras que llevan anexas, se
encuentran en un estado de conservación que
las hace poco utilizables, teniendo que
“volver a empezar”, con el coste económico
adicional y falta de respuesta inmediata.
Por esta razón es imprescindible disponer y
aplicar un plan de conservación y
mantenimiento que permita utilizarlas
eficientemente cuando así lo exijan las
circunstancias.
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enero/2021 |
AUN NO ESTAMOS EN LA LUNA, PERO CASI…
Dr. Fernando López Vera. Vicepresidente del
CAS |
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1970-73 Becario en IBERGESA, Diplomado en
hidrogeología y Dr. en Geología Económica
por la UCM (1975). Ha desempeñado labores
docentes y de investigación durante 45 años
como profesor encargado de curso, ayudante y
adjunto en la UCM y UAM, en 1985 obtiene la
cátedra en la Universidad de Salamanca y en
1987 en la Autónoma de Madrid. En la
actualidad jubilado. Jefe provisional de la
Sección de Recursos Hidráulicos en el CSIC
(1977-79). Miembro de la AGID, de la IAH y
de ADECAGUA desde 1974. Promotor de la AGE y
la AEH, SGE y CAS de la que es
Vicepresidente 1º y Fundación para el
Fomento y Gestión del Agua de la que es
Presidente. Ha sido coordinador de recursos
hídricos para Iberoamérica del CYTED
(1982-92) y del Grupo de trabajo en aguas
subterránea del Ministerio de Medio Ambiente
(2005-08.) |
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Esta no es
una cuestión que ocupe ni preocupe en la
actualidad a nuestra comunidad de
hidrogeólogos, pero no está de más
reflexionar sobre ello.
En una fecha
tan próxima como el 2024 la NASA tiene
prevista la misión “Afrodita” que muy
posiblemente será liderada por la geóloga
Jessica Watkins. La misión Afrodita llevará
de nuevo al hombre a la Luna, esta misión
debe resolver diversas cuestiones de
logística y entre ellas la del suministro de
agua, que allí es tan vital como en nuestro
planeta.
Esta misión
se considera que constituirá el prólogo de
lo que probablemente sea la primera fase de
colonización de nuestro satélite.
Plan de la NASA
para transformar a
Marte en un planeta
habitable para los
seres humanos.
Marte en el pasado y
ahora, según una
ilustración de la
NASA. El planeta
rojo tuvo en el
pasado una atmósfera
y océanos
(Ilustración CAS
extraída de Google)
Hasta hace
apenas 60 años se consideraba que el agua
solo existía en nuestro planeta (en los tres
estados conocidos, solido, líquido y
gaseoso), sin embargo, la investigación
astrofísica y planetaria ha puesto en
evidencia que el agua es una sustancia muy
abundante en el universo, desde las nubes
interestelares a multitud de otras formas y
estados. Así, existen múltiples evidencias
de la existencia de agua en Marte, no solo
en su pasado, sino también en la actualidad.
Aparte de su existencia en el casquete
sur-polar formado por hielo de clastrato
(H2O+CO2), se ha probado la existencia de un
permafrost e incluso se especula de la
existencia de agua líquida subterránea.
También, en
la Luna, las diversas exploraciones
robotizadas, han venido acumulando
evidencias de la existencia de agua en
diversos estados y en distintos ámbitos
lunares.
En 1961
Caltech Kenneth
Watson y otros,
plantearon la hipótesis de la existencia de
agua en la Luna, pero no fue hasta la misión
Apolo 14 (1971) y Luna 24 (1978) cuando
estas hipótesis empezaron a tomar forma. La
publicación por investigadores del Instituto
Vernadsky de geoquímica en 1978 del hallazgo
de moléculas de agua en el regolito a 118 y
184 cm de profundidad, constituyen la
primera evidencia científica de su
existencia. Las sucesivas misiones por parte
de EEUU y la URSS (Rusia) en (1994,
1999,2005 y 2006), así como las de Japón e
India (2008) y China (2009) han permitido
configurar un mapa “hidrológico” de la
Luna. Que se sistematizara mediante la
futura misión del orbitador Traiblaizer, que
realizara una prospección sistemática.
Las
evidencias acumuladas han permitido
establecer el estado físico-químico, sus
orígenes y distribución espacial del agua en
la Luna.
Hasta la fecha se han identificado dos
orígenes potenciales y formas distintas de
agua lunar: la aportada por los cometas y
otros cuerpos, portadores de agua que
impactan contra la Luna y la producción
in situ.
La primera sería similar al aporte de agua a
nuestro planeta en la fase primigenia de
acreción y posteriormente en las fases
cataclismicas. Esta agua podría quedar
enterrada como lentejones en el regolito
lunar o acumulada en los fondos de los
profundos cráteres polares.
El mecanismo propuesto para la producción
in situ, ocurriría cuando los iones de
hidrógeno (protones en el viento solar) se
combinan químicamente con el oxígeno
constituyentes de óxidos y silicatos,
quedando atrapada en las redes cristalinas
de los minerales lunares.
Incluso se ha teorizado sobre un posible
ciclo del agua lunar, similar al que se
produce en Marte.
En las zonas iluminadas de la Luna el agua
libre, aportada por impacto o producida por
la acción del viento solar, no puede
persistir pues la radiación solar la
eliminaría dividiéndola en sus elementos
constituyentes, hidrogeno y oxígeno, que
luego escaparían al espacio. Sin embargo, a
través de un proceso de evaporación y
condensación podría migrar a áreas polares
permanentemente frías a -170 ºC, que
actuarían de trampa, acumularse allí como
hielo.
Este mecanismo hipotético de trasporte y
atrapamiento, es uno de los objetivos de
investigación.
Estamos, sin lugar a duda, apunto de
alcanzar uno de los grandes objetivos
estratégicos de la humanidad cuyos orígenes
se remontan a finales de los años 50 del
siglo pasado, en el clímax de la guerra
fría. A iniciativa de la Unión Internacional
de Uniones Científicas, se desarrolló el Año
Geofísico Internacional (AIG) (1957-59) que
aunó el esfuerzo coordinado de más de 30.000
científicos de 66 países en la investigación
de nuestro planeta, utilizando por primera
vez sofisticada instrumentación
científica-heredera de desarrollos
militares- de forma masiva. El resultado fue
un enorme salto adelante en el conocimiento
de nuestro planeta, desde la estructura de
la tierra y la formulación de la Tectónica
de placas, al conocimiento de los fondos
oceánicos y la hidrogeología, o la
estructura y dinámica atmosférica con los
primeros vuelos espaciales.
En la década siguiente, estos conocimientos
fueron asimilados y se tomó conciencia de la
fragilidad y limitaciones de nuestro
planeta, fue la década de la ecología y el
ecologismo. Y en los 70, tras los trabajos
del Club de Roma, la Conferencia de
Estocolmo, y posteriormente el Informe 2000
y muchos otros, se asumió la evidencia
ecológica de que la extinción de comunidades
se producía por la sobrepoblación, que
originaba escasez de recursos y acumulación
de residuos. Y que la comunidad humana no
escapaba a este modelo.
Por entonces se estimó la carga máxima de
nuestro planeta en 10. 000 millones de
habitantes y se puso fecha de caducidad a
nuestra civilización.
Para tratar de prolongar este fatal
desenlace se pusieron en marcha campañas de
control de natalidad que fueron ineficaces y
ante la imposibilidad de modificar nuestro
modelo de desarrollo económico, surgieron
dos ideas estratégicas “el desarrollo
sostenible” fruto de un conocido informe
como medida paliativa, para alejar el fin lo
más posible y el “crecimiento hacia el
espació”, fruto de otro informe menos
conocido, como solución a largo plazo.
Resultado del segundo, fue la creación de la
Planetologia como disciplina en la mayoría
de los centros de investigación en los
países desarrollados y la reorientación de
la investigación espacial, surgida del AGI,
en un “Programa espacial” que fijaba los
nuevos objetivos en la obtención de recursos
y el asentamiento humano en los cuerpos
planetarios próximo.
En la actualidad más de una veintena de
países tiene acceso a la tecnología espacial
y los más avanzados desarrollan programas
específicos de minería de metales vitales
para nuestro desarrollo tecnológico y de
Helio-3 como combustible para la casi decena
de centrales de fusión nuclear existentes en
fase experimental.
Para
implementar estos proyectos es fundamental
progresar en el conocimiento de agua en los
planetas próximos y de los instrumentos para
su investigación y esto forzara,
seguramente, un cambio de paradigma en
nuestra concepción del agua, su manejo y la
forma de investigarla.
¿Estamos
preparados para ello?...
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