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enero/2025 |
¿POR QUÉ
EL BINOMIO INTELIGENCIA ARTIFICIAL-AGUAS
SUBTERRÁNEAS IMPORTA?
Lucila Candela Lledó. Dra. Ciencias
Geológicas |
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Investigadora
de IMDEA-Agua, ha sido profesora de la E.T.S.
de ICCP (UPC), profesora y miembro de la
Comisión Docente del CIHS (Barcelona) y de
la U. Libre de Bruselas (Bélgica). Ha sido
gestora del P.N de I+D+i en RH (MICON,
actual Ministerio de C.I.U) y ERANETs ‘Crue
e Iwrm.net (MICON- comunidad Europea); Vocal
del CNA Ministerio de Medio Ambiente y
vicepresidenta de la AIH-grupo español.
Miembro electo en comisiones del External
Advisory Group (Comunidad Europea), UNESCO-IAH,
U. de Edimburgo (Escocia), Ministère de
l’Environment (Francia) y ASEMWATER (China).
Especialista Especialista en hidrología
subterránea, con énfasis en recarga natural,
transporte de contaminantes en aguas
subterráneas y zona no saturada, (metales
pesados, microcontaminantes emergentes,
plaguicidas y nitratos). Ha publicado más de
100 artículos, libros y capítulos de libros
y dirigido tesis doctorales y de master. Ha
organizado cursos, seminarios y congresos a
nivel nacional e internacional y ha
participado como experta y conferenciante
invitada en paneles nacionales e
internacionales. Como investigadora
principal en proyectos financiados por
organismos nacionales e internacionales
(Diversos Programas Marco de investigación
de la comunidad Europea, DGXII, UNESCO, GEF,
Banco Mundial, OIEA), empresas y
administración. La financiación externa para
estancias en el extranjero cabe destacar
financiación Fullbright. |
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Huelga decir que actualmente todos somos
conscientes que en la era digital el avance
de las nuevas tecnologías y la Inteligencia
Artificial (IA) han trasformado nuestro
entorno con soluciones rápidas y eficientes.
La carrera por el dominio de la IA es un
objetivo a nivel mundial, como se ha
constatado en la reciente conferencia anual
del Foro Económico Mundial en Davos,
orientado a temas económicos y políticos, y
donde la IA ha constituido un foco de gran
atención.
Entre los muchos ejemplos que se podrían
citar es conocida la generación de imágenes
con herramientas de IA de personajes que se
profesan antipatía mutua fundidos en un
abrazo, o la mejora artística de imágenes
(cualquier adolescente es conocedor de esta
herramienta). Por ello, la IA está integrada
en casi todos los productos de Microsoft y
Google de uso más o menos habitual. Por lo
que respecta a la gestión del agua, también
es frecuente su uso en distintos campos,
como en localización de fugas, procesos de
optimización, entre otras aplicaciones.
Un breve repaso a la IA indica que los
datos, los científicos/profesionales
(generalmente del campo de la estadística,
programación o matemáticas) y la potencia
computacional son los aspectos fundamentales
de su desarrollo; este último directamente
ligado a las enormes cantidades de energía
necesarias para gestionar los modelos. El
consumo de electricidad en los centros de
datos tiene un impacto físico significativo
en los Recursos Naturales, especialmente en
la demanda de agua. Su constatación ha
conducido a introducir el término de huella
hídrica de la IA.
De acuerdo a estimaciones, por cada
secuencia de instrucciones de la IA se
consumen en los centros de datos que la
albergan aproximadamente 0.5L. Para el
periodo anual 2021 a 2022 Microsoft ha
aumentado el consumo de agua un 34% y Google
un 22%; se desconocen los datos de Amazon.
Datos procedentes del Instituto de la
Ingeniería de España indican que Chat GPT-3
consume alrededor de 2L de agua para
realizar entre 10-50 consultas. ¿Por qué los
centros de datos necesitan tanta agua?: la
necesidad de mantener temperaturas óptimas y
bajo control en los servidores y racks de
hardware informático a escala industrial
requiere circular agua como refrigerante de
forma continua. Es previsible que el
creciente establecimiento de centros de
almacenamiento y gestión de centros de
datos, en el mundo y en nuestro país,
conduzca a un aumento de la demanda de los
RRHH.
El otro aspecto de la IA, relacionado
directamente con la hidrogeología y las
aguas subterráneas, es el uso de Machine
Learning o Deep Learning, frecuente en el
mundo académico y que seguramente su
transferencia al mundo profesional acabará
llegando tarde o temprano.
Si nos atenemos a las definiciones, Machine
Learning (ML) es un subconjunto de la IA
centrado en el desarrollo de algoritmos que
mejoran de forma automática a través de
experiencias y mediante el uso de datos. En
Machine Learning se capacita el aprendizaje
de los ordenadores a partir de datos para la
toma de decisiones o realizar predicciones,
sin haber sido programados de forma
explícita para ello. Así, en ML se le
proporciona al ordenador unos ejemplos
(datos) y se le pide calcular/ejecutar.
Llevar a cabo el proceso solo depende del
ordenador y está basado en los ejemplos
proporcionados: según se le proporcionen más
datos la máquina aprende mejor ¡por ello los
datos son el nuevo petróleo!.
En ‘Deep learning-DL no se le proporcionan
ejemplos previos y sin intervención humana
un algoritmo descubre los patrones generales
de los datos y determina si una predicción
es suficientemente precisa.
Trabajos basados Machine Learning o Deep
Learning para cálculo de la recarga natural
a los acuíferos de forma automatizada o para
caracterizar la geometría de un acuífero
mediante la combinación de datos procedentes
de Landsat, resultados geofísicos, mapas
geológicos, MDT, datos de ensayos de
bombeo…etc., son prácticas actuales. En
otras aplicaciones, para obtener el
resultado buscado se ponen a punto modelos
numéricos a partir datos almacenados en
soportes informáticos y mediante la conexión
o acoplamiento de algoritmos y su validación
estadística, se obtiene y acepta el
resultado final; sin una aparente
intervención humana (salvo generalmente,
teclear y evaluar datos por pantalla o por
parámetros estadísticos…). A nivel académico
empieza a ser frecuente encontrarse en
trabajos relacionados con el ciclo
hidrológico, como los anteriormente
mencionados que plantean dudas sobre los
resultados obtenidos, donde la parte
conceptual relativa a los procesos es
insuficiente y la componente humana
(conocimientos, análisis, evaluación o
síntesis de la información) está
prácticamente ausente. Debido al proceso, se
debe añadir que en ocasiones los autores del
trabajo tienen dificultades para por ejemplo
explicar un resultado poco coherente o la
selección de un determinado parámetro.
Evidentemente
no se puede negar que la IA se ha
establecido en los últimos años como un
poderoso auxiliar para la investigación
científica, incluso existe la percepción de
que algunos descubrimientos recientes no
habrían sido posibles sin ella. Pero
volviendo al ejemplo inicial, podremos
mejorar una imagen de forma artística…pero
parece ser que el mejor artista será aquel
quien más atinadamente sepa dar las
instrucciones a la máquina que los crea.
Cuando se plantean los posibles retos sobre
el Futuro del Agua (ver CAS: De Bustamante,
2019; Jiménez, Mayo 2019; López Geta, marzo
2020) es importante reflexionar sobre el
impacto de la IA, sobre si se le debería
considerar como una herramienta más o como
un salto cualitativo, y que consecuencias
cabe esperar en un futuro no muy lejano. Si
durante muchos años nuestra tarea ha sido el
luchar contra las pseudociencias en las
aguas subterráneas, ahora nos enfrentamos a
una lucha más impersonal para la aplicación
veraz de la tecnología, sean chatbots, IA o
Machine Learning, entre otras que desconozco
y que seguramente no tardarán en aparecer.
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